A continuación presentamos la introducción a Todos los ruiditos: antología de poesía Alt Lit, realizada por Berta García Faet.
Voy a crear una nueva categoría en mi lista
de amigos del Messenger, la llamaré «gente que
me cae bien a la que yo no le caigo bien»
¿Qué es la Alt Lit? ¿Y por qué se ha hecho tan famosa últimamente, y tan polémica, y tan atractiva, y tan repulsiva, según para quién? Y, lo más importante y misterioso, ¿por qué esta antología de poesía Alt Lit, aquí, ahora, Perú, 2017?
Este movimiento literario —llamémosle movimiento, sí, aunque a veces trate sobre lo estático y lo apático y lo estancado; movimiento, sí, aunque a veces lo haga estática, apática y estancadamente, –ly— es un fenómeno de Internet. Internet con mayúsculas, porque al principio fue el Verbo, el Verbo Transparente e Inmediato, y el Verbo era con Internet, y el Verbo era Internet. Todas las cosas fueron por Él hechas. Internet = Dios. Internet = Dios Eterno Omnipotente. No, no, es broma. No fue exactamente así. Internet es importante en esta historia, pero hay mucho más.
La Alt Lit tiene mucho que ver con Internet: se difunde (pero no solo) por Internet; su lenguaje se ha visto muy influenciado (pero no solo) por el lenguaje de Internet; sus temas son (pero no solo) Internet. Poetizan (pero no solo) las relaciones en un mundo en el que existe y reina Internet; retratan (pero no solo) el Yo Complicadísimo A Raíz De (pero no solo) la Omnipresencia de Internet. Digamos mejor que los topics de la Alt Lit se ven tamizados por la experiencia de vivir en/con Internet, o que se ven metonimizados en la figura/concepto/realidad-sociológica de Internet. Pensemos en Internet como una pequeña parte o puntita del iceberg (muy significativa, y tal vez paradigmática, o simbólica) de un todo que es mucho mayor. Llamémosle a este todo el ethos «millennial», o «premillennial». O el ethos del «hipsterismo neoexistencialista». O el ethos de la juventud occidental-capitalista del siglo XXI. Nuestro ethos, en todo caso. Aviso: son nombres, apenas. Los nombres simplifican, claro. Son importantes en esta historia (para orientarnos), pero hay mucho más.
Comencemos desde el principio. El cuándo, el dónde, el quién, el porqué.
Unas cuantas palabras sobre el cuándo y el dónde
La cosa empezó a partir del 2000, quizás más a partir del 2005 (you are a little happier than i am, de Tao Lin, es del 2006), quizás más a partir del 2008 («Poker Face», de Lady Gaga, es del 2008), quizás más a partir del 2009 (la versión 14.0 del Messenger es del 2009), quizás más a partir del 2012 (todo el mundo tenía Facebook en el 2012). Más o menos entonces muchísimas personas comenzaron a escribir poemas (y otras cosas: novelas, cuentos, diarios, etc.) que, de alguna manera, tenían que ver con Internet: ya fuera como «mero» medio/plataforma/tecnología (lo instrumental), ya fuera como tema o motivo o paisaje (lo sustantivo), ya fuera como medio/plataforma/tecnología que desemboca en un estilo (lo instrumental-estilístico-sustantivo). Si Internet (y nuestro mundo) era y es un locus amoenus o un locus horribilis ya es otra cuestión (irresuelta, claro).
PEQUEÑA DIGRESIÓN RELEVANTE
[Esta dicotomía es, ojo, falsa: la forma —escribir en Internet, o según Internet, o en la era de Internet— afecta al fondo, y viceversa. La manera en que escribimos —y, por cierto, también la manera en que hablamos, en que interactuamos, incluso en que sentimos— se modificó para siempre con la inclusión de Internet en nuestras vidas. Ya nunca fue lo mismo escribir una entrada de «diario íntimo» en una libretita en un cajón o en un post: no solo porque el post potencialmente lo podía ver cualquiera, sino también porque en el post cabía la posibilidad de incluir canciones, fotos, vídeos, gifs, links de todo tipo, dejar comentarios…; además, también se podía editar lo ya escrito y publicado, e incluir términos propios y privativos —en aquella época— de Internet, como XD, LOL y diversos proto-smileys.
(Al explicar esto caigo en lo anacrónico y en lo cómico, pero qué le vamos a hacer, siempre caigo en todo y siempre.)
Esto no significa, por supuesto, que la Alt Lit haya explotado hasta sus últimas consecuencias estos recursos «lingüísticos» —o extralingüísticos, o neolingüísticos—. Ni mucho menos. De hecho, la mayor parte de los poemas Alt Lit que se recogen en esta muestra no tantean este tipo de juegos (sí los poemas Alt Lit que varios de estos autores están produciendo en este mismo instante en las redes sociales, sobre todo en Twitter). No obstante, Internet está muy presente: en su difusión inicial, en su lenguaje «plano» y «como-de-ventana-de-chat», en su léxico, en sus imágenes, en sus referencias culturales, en sus bromas].
El dónde (en su primera acepción) es como sigue: la corriente se originó en Estados Unidos, + progresivamente se expandió al resto de países anglosajones, + progresivamente-potencialmente a todas las personas que hablaran (o medio-hablaran) inglés, + progresivamente-potencialmente a algunos países hispanohablantes.
El dónde (en su segunda acepción) es como sigue: Internet. Internet = ∞ + ∞ + ∞ (etc.). La Alt Lit nació en Internet, y (como Internet) no se acaba nunca.
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Aunados, estos cuándos y dóndes resultan globales, globalizados, globalizantes: las palabras corren como la pólvora (cambiemos este símil, ya trasnochado: las palabras corren como los memes) a través de la fibra óptica, a través de las subjetividades (me refiero a personas tumbadas en sus camas mirando la pantalla de sus laptops) conectadas no solo por Internet sino sobre todo por el ser parte todos ellos (todos nosotros) de un mismo Zeitgeist. O más o menos.
Los lugares de esta literatura fueron y son, por tanto, sin exagerar, ¿el mundo entero?
No, no, no: el «primer mundo». Únicamente el «primer mundo», e irregular, y localizado, como a trancas y barrancas (como decía antes, como de vericueto en vericueto, todo muy casual y azaroso, con aire de subcultura, o de club).
Unas cuantas palabras sobre nuestra generación
(~ nuestro tiempo ~ nuestro lugar ~ nuestro Zeitgeist)
La Alt Lit es «practicada» (como opción o inevitabilidad literaria y vital) por gente que pertenece a la cultura occidental de los nacidos entre los 80’s y los 90’s. O sea, me refiero al (¿bien o mal o fatal?) llamado «primer mundo», lo cual tiene algunas implicaciones ideológicas capitales. Pienso en sus (nuestras) ¿apasionantes? ¿insípidas? ¿normales? ¿manoseadas? ¿privilegiadas? ¿apesadumbradas? ¿mimadas? vidas teen y post-teen y se me ocurre una lista larguísima de características aproximadamente comunes, para abrir el debate (seguro que se genera un debate acaloradísimo en algún lugar de la Tierra sobre qué referencias culturales y qué circunstancias económico-sociales nos constituyen más). Pienso en lo que compartimos todos nosotros, ochenteros y noventeros, con quienes escriben a la manera Alt Lit y pienso que, al haber coincidido (y seguir coincidiendo) en un tiempo y un lugar, metafóricos y literales —el mundo y la cosmovisión dominante del capitalismo del siglo XXI— es lógico que nos podamos sentir identificados los unos con los otros, a un nivel bastante íntimo. Ejemplos/(¿exempla?):
- fuimos clase media o clase media-alta (la mayoría pudimos, aunque a veces no quisimos, estudiar en la universidad); disfrutamos (en Norteamérica y Europa, no tanto en Latinoamérica) de muchísima comodidad, bienestar y consumismo (especialmente consumismo tecnológico: tamagochis, discmans, celulares, computadoras…);
- nos pilló Internet, o bien en la adolescencia, o bien en la pubertad, y lo asimilamos como un medio más para relacionarnos (¡solo que, por supuesto, cambió la manera de relacionarnos! No fue una herramienta sin más, fue una revolución de las comunicaciones); en este sentido, para Oscar Schwartz los autores de la Alt Lit comparten con todas las personas de su generación el ser «old enough to remember a time without the Internet, but young enough to have experienced solitary exploration of it as a teenager»; así, las identidades «online» y «offline» no se separan sino que se superponen;
- crecimos con el pop barato (¿barato?) de las boybands y los all-female groups (Spice Girls, Back Street Boys), con Britney Spears (Britney Spears es una categoría aparte), con las sitcoms, con los talk shows, con los taquillazos americanos (Tienes un e-mail, con Meg Ryan y Tom Hanks, y El Diario de Bridget Jones con Renée Zellweger, Hugh Grant y Colin Firth, en torno a los 2000, supusieron un antes y un después);
- empezamos a enamorarnos y a ligar con/en el Messenger, con/en los chats de Yahoo y Terra, con/en Facebook (y en los centros comerciales, claro);
- leímos todo el canon malditista: todos esos franceses, todos esos beatniks, El guardián entre el centeno, Rimbaud, Sylvia Plath, Bukowski, Alejandra Pizarnik (en el ámbito hispanohablante), NIETZSCHE, SARTRE, et al.;
- comenzamos a pulverizar el lenguaje ad libitum, a nuestro gusto, para responder a nuestras necesidades (rapidez y urgencia y sustitución-de-la-gestualidad, entre otras): todo minúsculas para ahorrar energías y/o ser minimalista, MAYÚSCULAS PARA GRITAR O HACER HINCAPIÉ EN ALGO O CON EFECTOS CÓMICOS (ver mi anterior mención a Nietzsche y Sartre), emoticonos que (quizás, solo quizás; no, no, es broma) simplificaban nuestras emociones ☺☹, stickers, abrviaturs, gramatika descuidada, hortografia descuidadiiisima, con efectos cómicos, auto-relativizantes, o no…;
aunque en los 90’s fue complicado (pero no tan complicado como en los 80’s, los 70’s, y ni hablar de antes), pudimos ser gays y heteros y sexuales, muy sexuales; tuvimos nuestra propia revolución sexual (que a veces dolió, porque tuvimos la suerte o la desgracia de sentir en nuestras propias carnes que el sexo puede ser una mierda y que puede ser equivalente a no acercarnos, a estar lejos); en general, después fuimos feministas y fuimos (o quisimos) ser progresistas (aunque no fuéramos de los EE.UU., crecimos con las imágenes de Clinton y de Bush y de las Torres Gemelas y de la «guerra contra el terror» y del «no a la guerra» y de los movimientos antiglobalización y de sus cumbres y de sus contracumbres); en otras palabras: vivimos una época más abierta y libre que la de nuestros padres y abuelos, y a la vez esta fue y sigue siendo una época muy compleja, cambiante, veloz, intensa, convulsa y hasta diría que LOCA; - nuestra educación sentimental fue un popurrí de todos esos pedazos dispersos de productos culturales-comerciales notoriamente gringos, uniformes en lo esencial, casi unánimes (con variacioncitas o variacionsazas idiosincráticas por continente, país o región;)
- sufrimos y gozamos a partes iguales (¿a partes iguales?) nuestra principal condición contradictoria: ser los hijos —prósperos hasta el 2007, precarios desde entonces—del, insisto, capitalismo del siglo XXI.
MUY PEQUEÑA DIGRESIÓN CREO QUE INTERESANTE
[La Alt Lit no es pura mímesis (porque nada artístico es pura mímesis) de esta contradicción vital nuestra, sino recreación, construcción mutua. Y por eso esta literatura es tensión, auto-objeción, tragedia. Si la tragedia es lo inevitable, la cultura Alt Lit es inevitablemente trágica: es capitalista, aunque sufre —a veces— por serlo; es capitalista, pero quiere ser crítica; está inmersa hasta las trancas en el sistema, pero esto es terrible, es complicado, es raro, es confuso. Hablar de «opción» no es imposible, pero sí espinoso].
Hasta aquí la general picture (es inevitable y es trágico meter palabras en inglés, porque, en mayor o en menor medida y para bien o para bien o para bien + para mal, vivimos en el mundo-EE.UU. No solo sistema-mundo, wallersteinianamente: vivimos, específicamente, en el mundo-EE.UU.; no sé si esto está cambiando).
Pasemos ahora a la Alt Lit propiamente dicha, y a este bello y grueso libro que estáis leyendo tumbados en vuestras camas, las pantallas de vuestras laptops encendidas, tenuemente azules, titilantes, alegóricas (¿pero de qué?).
Muchísimas palabras sobre el quiénes + explicación sobre la intención de esta antología
¿Quiénes, quiénes forman parte de la Alt Lit? Inicialmente, fueron muchísimos jóvenes escritores y escritoras, de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, que comparten este ethos que vengo sugiriendo a lo largo de estas páginas. Ahora, en estos momentos, son muchísimos jóvenes en muchísimas partes, y no solo en inglés.
MEDIANA DIGRESIÓN SOBRE ALGO DE LO QUE NO HABLARÉ AQUÍ POR FALTA DE TIEMPO, ESPACIO Y CONOCIMIENTO
[No es este el lugar ni el minuto para hablar de la influencia o el interés o la atracción o la repulsión que ha generado la Alt Lit en la escritura joven de Latinoamérica y España; sirva la existencia de esta antología que tenéis entre manos como una prueba de que importa. La Alt Lit importa, y se importa, y se reproduce, y se modifica, y se resignifica, y se «maquea». Los lectores hispanohablantes se han interesado mucho por la cuestión. Han salido varias antologías o libros individuales traducidos al español: en El Gaviero, Alpha Decay y Pálido Fuego, de España; en Interzona y Dakota, de Argentina… En Internet y en formato de fanzines destaca la difusión que hacen grupos como Poesía Sub25, y revistas como Mutantres y Transtierros, de Perú].
Cabe matizar que muchos autores Alt Lit publicaron y publican por Internet (en ebooks o en blogs); muchos otros, después de publicar por Internet sacan libros físicos. El énfasis está en el muchos: muchos, muchos autores; muchos, muchos libros; mucho, mucho, mucho. De verdad, MUCHO.
Habiendo tanto donde elegir, ¿a quiénes he incluido en esta antología? Mi criterio en la conformación de esta selección ha sido el de la calidad, que es otra forma de decir mis preferencias personales pero (espero) justificadas en mi dedicación chifladita al asunto, y a la poesía (a lo bruto) en sí. Como lectora, he seguido con mucha atención las andanzas de los escritores Alt Lit; durante los últimos cinco años me he empachado de sus MUCHOS poemas, en papel, en pantalla, en voz (tuve la suerte de asistir a varias performances y readings en Nueva York cuando vivía ahí). ¿Habré leído cien, doscientos, mil, dos mil? No, no, es broma. Eso sí: muchos, MUCHÍSIMOS. Cuando los amigos de Pesopluma me propusieron hacer esta selección hace un par de años, inicialmente fui invadida por un señor gordísimo de nombre Horror Vacui y por una señora gordísima de nombre y apellido Angustia y Vértigo: ¿cómo elegir? ¿Cómo no equivocarme? ¿Cómo delectar al lector peruano? ¿Debo hablar español de Perú o de España o de Ninguna Parte? (Decidí hablar español de España ~ ser yo misma.) ¡Qué miedo! Y, lo más importante y misterioso: ¿cómo elegir yo, cómo no equivocarme yo, cómo delectar yo, yo que tanto he criticado —aunque también alabado y amado, dependiendo del quién— a este movimiento tan flemático/sentimentalista, tan que-se-mueve-tanto (a través de la fibra óptica) y tan que-no-se-mueve-tanto (porque es muy igual, muy cansado,
muy cansino)?
Supongo que para explicar qué quiero decir con «calidad» y con «preferencias personales» tengo que contar brevemente qué (¿ambigua?) postura tengo (de observadora, de lectora, de traductora, y ahora por lo visto también de teórica mal que bien) sobre la Alt Lit.
De un lado, me parece que, como corriente literaria, es ilustrativa del ethos que denominé millennial y premillennial y hípster-neoexistencialista y nuestro. Va más allá: es ilustrativa de todo nuestro mundo, de toda nuestra juventud, de nuestro aquí, de nuestro ahora. En consecuencia, tiene un interés sociológico considerable. Y un interés sociológico-teórico-literario considerable también, porque nos azuza a seguir frecuentando la pregunta por la conexión entre mundo, momento histórico, ideología dominante (si es que hay una, y si es que esta no tiene muchas cabezas, encajadas o desencajas entre sí), y obra lírica.
De otro, y saltando ya a la cuestión del valor literario, la Alt Lit, puesto que se pretende mimética (y ya hemos visto que esta pretensión mimética no es tal, en sí, sino que es una poética, una significativa declaración de intenciones) de un mundo que es casi siempre (insisto) igual, produce poemas que son casi siempre (insisto, insisto) iguales. Y esa igualdad cansa (los propios autores ya suelen partir de un cansancio). Es muy curioso: una literatura tan obsesionada con el Yo acaba desembocando en unas imágenes del Yo que se diluyen —se deshacen, se funden— en unas opciones estilísticas (¿tics?) llamativamente muy, muy parecidas. Sin embargo (UN GRAN SIN EMBARGO), uno puede hacer un tipo de poesía que, en el contexto de su propia generación (sociológica y literaria) NO resulte original y que, al mismo tiempo, sea poesía maravillosamente buena. Es posible, y está pasando, y para muestra, este gordo y bello libro.
No sé bien cómo determinar si un poema es bueno o no. Mis preferencias personales giran en torno a dos ejes: poemas inteligentes que sepan jugar (con el vocabulario, con el tono, con la estructura) con las expectativas del lector; poemas que me emocionen no por sus temas sino a un nivel lingüístico. (Ni que decir tiene que el nivel lingüístico incluye al tema —o a lo semántico, si se quiere—, pero no solo al tema: el tema, al ser forma, al concretarse en una forma, se trasciende a sí mismo.)
Después de mucho navegar bucear (y naufragar) en las aguas procelosas de Internet y de las editoriales independientes anglosajonas, estos que veis aquí y ahora son los poemas Alt Lit que más me convencieron. Quise que fueran, simultáneamente, típicos/explicativos de lo que es la Alt Lit (ojo, dentro de treinta y una palabras introduciré un matiz, o dos), y típicos de lo que es la Alt Lit buena, la poesía buena. Ojalá que a los lectores peruanos les encanten y escuezan tanto como a mí.
EL SUBSTANCIAL MATIZ: he afirmado antes que la Alt Lit es una escuela, una tropa, bastante uniforme en lo esencial, casi unánime. Sí, lo cierto es que temática y formalmente la Alt Lit es claramente un movimiento, y no dos (ni tres, ni cuatro). Ahora bien, algunos críticos han localizado dos «energías», dos «tonos», dos «actitudes» (tanto de la Alt Lit en particular como de nuestro ethos joven actual en general). En diversos artículos varios estudiosos o articulistas han debatido sobre cuál de estas dos «direcciones del sentimiento», por así decir, prevalece: ¿la ironía o la sinceridad?
Veamos. Para Christy Wampole, a modo de reacción contra el «postmodern cynicism, detachment and meta-referenciality» de la literatura inmediatamente anterior a la MUY CONTEMPORÁNEA (ella piensa sobre todo en la llamada Generation X), los jóvenes de hoy se volvieron irónicos, MUY IRÓNICOS. Jonathan D. Fitzgerald discrepa totalmente: nuestro ethos dominante es el de The New Sincerity (que incluye a la Alt Lit pero que no se acaba en ella: pensemos en Miranda July, o en la serie Girls de Lena Dunham, o en ciertos cantautores indie, o en el cine independiente mumblecore). The New Sincerity se basa justamente en bascular entre (A) la ironía y (B) la más acerba anti-ironía; entre (A) la sinceridad, y (B) la auto-ironía sobre esa sinceridad, y (C) la sinceridad sobre esta auto-ironía sobre esa sinceridad, y así hasta (D E F G H I…) el infinito y más allá. Y añade Jesse Thorn: «Think of it as irony and sincerity combined like Voltrom».
DIGRESIÓN MÍNIMA NO SÉ BIEN HASTA QUÉ PUNTO ELOCUENTE
[Es lo que tiene la dichosa hiperconsciencia: somos conscientes de que queremos ser auténticos y sinceros, + somos conscientes de que nuestro deseo de ser auténticos e interesantes y sinceros contiene dosis de «postureo» y fingimiento y egocentrismo y vulnerabilidad e imperfección (moral y psicológica) máximas, + somos conscientes de que nuestra vulnerabilidad e imperfección máximas, si acaso fuéramos auténticos y sinceros, mancharían nuestra imagen pública de personas auténticas e interesantes y sinceras. La pregunta es: cuando alguien publica un poema o un post en el que la imagen pública que ofrece de sí mismo es la de que «I AM SO COOL», y cuando ese post o poema revela muy claramente que ese alguien lo único que desea es que tú, lector, lectora, pienses «HE/SHE IS SO COOL», y que LO/LA AMES, ¿ello le hace a esa persona o a su poema o a su post menos «cool», menos digno de amor, sistemáticamente? Muchos escritores de la Alt Lit poetizan esa ambivalencia: escriben sinceramente sobre cómo uno escribe pseudo-sinceramente para gustar al Otro. Mi duda: ¿esto cuenta como sincero, o cuenta como irónico, o auto-irónico, o post-irónico?]
Dice Fitzgerald: «Across pop culture, it’s become un-ironically cool to care about spirituality, family, neighbors, the environment, and the country».
Es verdad. Pero también es verdad que, parafraseándolo a él, it’s become un-ironically AND ironically cool to care about (or obsess oneself about) oneself 24/7 .
Marcus Slease localiza un vaivén, un conflicto irresuelto, entre el «confessionalism» y el «mock confessionalism».Interpreto que son el mismo universo, la misma fluctuación.
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Los autores incluidos en esta muestra de poesía Alt Lit son, en este sentido, y solo en este sentido, heterogéneos. Unos se han quedado en la ironía sin más. Otros se han quedado en la ironía y/o la postironía + (mucha o poca) sinceridad. Otros han querido ser exclusivamente sinceros, y el resultado ha sido irónico, o post-irónico, o gracioso, o conmovedor.
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Cada uno de estos poetas y poemas es una ventana a nosotros mismos, una ventana oscura y luminosa, un mareo, creo, hermosísimo.
Son: Gabby Bess, Megan Boyle, Ana Carrete, Jordan Castro, Joshua Jennifer Espinoza, Ben Fama, Mira Gonzalez, Kendra Grant Malone, Spencer Madsen, Lucy K. Shaw, Tao Lin, Ashley Opheim, Steve Roggenbuck y Oscar Schwartz.
Como bonus-track, he incluido poemas de Dorothea Lasky y de Ariana Reines. Aunque, estrictamente hablando, no son parte de la Alt Lit, es indudable su papel de precursoras y la influencia que ejercieron en el movimiento. O, quizás, esta es la versión del anudamiento y rastreo de influencias y conversaciones que nos ha llegado a esas otras dos orillas. Ellas, menos transparentes y menos directas, aunque igualmente atrapadas en la dicotomía ironía vs. sinceridad, resplandecen hasta decir basta.
Unas cuantas palabras sobre el estilo
Noah Cicero considera que la Alt Lit implica una mezcla de «existentialism and minimalism». Schwartz habla de «detached, noncommittal, affectless communication of highly emotional and personal experiences». Este es el poder del conflicto inconcluso: todos estos poemas dicen dos cosas simultáneamente. De un lado, al nivel de la forma, el yo lírico examina «desde fuera», como si no fuera con él, con lenguaje «plano» (i.e. sin tropos, muy directamente), lo que le sucede a sí mismo. De otro, al nivel de los referentes, esto que le sucede al yo lírico casi siempre es deprimente y extremo (o, en todo caso, muy, muy emocional). Los sentimientos a los que el yo lírico hace referencia son íntimos e incluso cursis (Kenneth Goldsmith y AD Jameson se dieron perfecta cuenta de esto cuando afirmaron que para la Alt Lit y The New Sincerity «no sentiment is too trite to be repurposed as poetry», de modo que se produce un regeneración y reformulación de ciertas tendencias románticas o melodramáticas: las que implican «preciousness» y «twee»). Lo que Slease dijo sobre la poesía de Gabby Bess, se les aplica la mar de bien a todos estos autores: su fuerza se basa en una «tension between this detached reporting and emotional confessionalism», una grieta hondísima entre «detached quasi scientific observations» y gestos exhibicionistas, aireadores de toda clase de desconciertos y malestares y miserias (siendo la más importante y englobadora de todas ellas la del egocentrismo).
Dolor (muchas veces), placer (a veces), amor, desamor, aburrimiento, apatía, sinsentido, absurdo, bondad, maldad, indiferencia. Hípsters neoexistenciales, millennials o premillennials sufrientes de la propia fatuidad de su dolor, veinteañeros y treintañeros, e incluso cuarentones, recitando sus vidas ¿apasionantes?, ¿insípidas?, ¿normales?, ¿manoseadas?, ¿privilegiadas?, ¿apesadumbradas?, ¿mimadas? que nos llaman y nos saludan con la mano, o se acercan y nos chocan esos cinco.
Lo más característico del estilo Alt Lit, para Schwartz, es que estas experiencias concretas son sometidas a un proceso consciente de descripción profundamente no-metafórica o anti-metafórica. No se trata, pues, de impresionar al lector con astutos juegos lingüísticos o agudas trabazones sorpresivas entre entes. Se trata de enamorarlo, desenamorarlo, escandalizarlo, tocarlo, lograr su atención, subviertiendo la convención de que la poesía es eso, intensidad de figuras. Estar menos solo. O sentir eso, durante un rato. Estar menos solo y sin grandes palabras.
El Verbo era y es Transparente e Inmediato. No importa experimentar con el lenguaje, retorcerlo, complejizarlo. Lo que importa es experimentar con el deseo de comunicación y con la realidad de la incomunicación: mezclarlos, confundirlos, confundirnos, juntarnos, juntarnos aunque solo sea para susurrar: «qué solos estamos», «qué tontos somos», «qué bonito es vivir», «qué difícil es vivir».
OTRA DIGRESIÓN SOBRE OTRAS COSAS QUE NO SÉ EXACTAMENTE
[Críticos y autores han perorado ampliamente sobre la «genealogía» de la Alt Lit o su inserción dentro de la tradición lírica anglosajona. ¿Los Beats? (Mmmmmm, lo dudo, creo que hay una influencia a nivel vital pero no tanto a nivel literario) ¿La New York School? (Mmmmmm, desde luego, pero con menos experimentos) ¿Frank O’Hara? (Mmmmmm, sí, por aquello de los poemas tipo «I did this and I did that», ¿qué más?) ¿Los y las confesionalistas confesionalísimos? (Mmmmmm, sí, aunque sin florituras ni arrebatos irracionalistas o simbolistas) …Son cosas que solo sospecho].
SUBDIGRESIÓN
[La Alt Lit no solo se lee diferente en inglés y en español (esto es una obviedad): se lee diferente desde una tradición lírica u otra (bueno, esto también es una obviedad). Me da la impresión (sin embargo, no puedo probarlo) de que la Alt Lit es más novedosa y llamativa para nosotros —por ejemplo, en tanto que lectores/escritores criados en el modernismo y, qué sé yo, la poesía social o el neobarroco— que para los propios anglos. Hay menos distancia entre sus años 2000 y, qué sé yo, sus años 70’s que entre sus años 2000 y nuestros años 70’s. (Cuando hablo de «nuestros» hablo de una mezcla que no sé si en verdad existe entre lo latinoamericano y lo español; una certeza de lo descentrado, lo imbricado, lo transatlántico)… En consecuencia (sin embargo, no puedo probarlo), si es que queremos «aprender» algo (por ejemplo, una tonalidad), la Alt Lit puede aportarnos algo que, tal vez, para el lector/escritor anglo no esté tan claro].
ATENCIÓN, SORPRESA: como habréis podido adivinar, la idea de «mérito literario objetivo» en la Alt Lit se desmorona: estos escritores no encajan en un esquema de motivaciones que separen lo vital (cuando digo «vital» digo «hacer amigos» y «que nos quieran», «saludar con la mano», «chocar esos cinco») y lo literario (no es que lo vital y lo literario puedan aislarse limpiamente, desde luego, pero sucede que en la Alt Lit este divorcio es más imposible que en ninguna otra ocasión; esa es su reiterativa poética, su, de nuevo, declaración de intenciones a la manera de meta-auto-retrato). Como dice Schwartz, «these artists don’t want to be separate from their work, or their audience, because their personality and the audience constitute the work itself». Los chicas y chicas de la Alt Lit quieren romperte el corazón. Pero creo que a veces consiguen algo más (queriéndolo o no queriéndolo) y sí podemos hablar, como afirmaba antes, de genuino valor literario. Tal vez este no fuera el único motor de su acción poética (¿¿¿y cuándo lo es???). Tal vez ni siquiera fuera uno de sus motores secundarios más identificables… El resultado es inesperado: estos poemas cantan, cantan bien, cantan hits, nos gusta corearlos o susurrarlos cuando imaginamos querer, y encontrar, un espejo, o un espejo roto.
Unas cuantas palabras sobre los haters
La Alt Lit ha sido duramente criticada desde varios flancos: el artístico y el ideológico. En realidad, son el mismo flanco: esta poesía, se supone, es fácil y ególatra, inconsistente y autocomplaciente, quejica y conformista, capitalista y anti-capitalista.
Ejemplos/(no exempla):
- un tal Josh Baines jura y perjura que estos autores no son más que «boring, infantile narcissits»; cita a Artforum y afirma que se trata, en definitiva, de «a kind of pointedly botched poetry whose writers cultivate bad spelling, weird punctuation, sincere statements of the obvious and a spontaneous expressivity evocative of erratic pubescent passions».
- luego elabora este desternillante exabrupto: «it’s writing that is written to be ‘Liked’ on Facebook and reblogged on Tumblr. Writing that’s about nothing more than endless days spent bleary-eyed in front of PDF ebook poetry collections called If you were nicer IRL, I’d never log in or Transcripts from MSN Group Conversations: 2003-2006 that consist of @dril tweets interspersed with comments from Bon Jovi YouTube videos and meditations on being positive».
Sin duda, estos haters tienen una pizca de razón. PERO podemos ofrecer dos contraargumentos: desde el punto de vista artístico, hay poetas no solo con mucho talento sino también con una notable capacidad de trabajo y auto-crítica. Los poemas seleccionados cumplen, creo, con esta condición. En las aguas procelosas de Internet y la Alt Lit hay, en efecto, mucha «Quickshit», pero también muchos tesoros.
Desde la perspectiva ideológica, a algunos lectores los poemas seleccionados en esta antología les parecerán acríticos o incluso decadentes. No en vano a menudo se regocijan en sus propias «desdichas» de hombres y mujeres jóvenes privilegiados, privilegiados hasta el punto de que pueden permitirse el lujo de que su vida sea una sucesión de «crisis existenciales» más o menos banales, o más o menos relevantes. Mi respuesta ante esta objeción es que SÍ, EN PARTE la Alt Lit es esto, es «primer mundo» puro y duro, pura y dura contradicción de ser los hijos (¿los, ahora, padres primerizos?) del capitalismo del siglo XXI, deseosos de matar a sus padres ancianos pero, al final, impotentes. Tal vez. No lo sé. Lo muy curioso, revelador y misterioso es que algunos escritores (más que nada escritoras) Alt Lit, desde su posición altamente contradictoria y ambigua, han abrazado ciertas causas progresistas y las han convertido, prácticamente, en baladas pop o cánticos casi punk, con vuelta de tuerca: feminismo, LGTB, migración.
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Acabo con unas palabras de Noah Cicero (más conocido como novelista que como poeta) sobre cómo la Alt Lit va sobre ser humano, aquí, ahora: «Being means feeling gassy, awkward, lonely, depressed over not having organic sandwich bread, looking at an awesome tree, then touching the tree with your hand and feeling it».
El tema de la Alt Lit es, ante todo, la «meaninglessness», la falta de sentido.
«We want to talk about our shitty version of life».
Escuchemos.
Escuchémonos.
Berta García Faet
Providence, marzo de 2017