Paul Guillén  (Ica, 1976)

Poeta, ensayista y editor. Bachiller y licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, máster en Escritura Creativa por la Universidad de Texas en El Paso y candidato a doctor en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Pittsburgh. Ha publicado los poemarios La transformación de los metales (2005), Historia secreta (2008), Ese algo que nos es esquivo (2012), Hospital del viento (2017) y Sombras en demolición. Antología personal 2002-2018 (2020). En el campo de la crítica literaria, es autor del ensayo Poesía y psicoanálisis. Falo/Escritura en Enrique Verástegui (2015), y editor de los volúmenes Góngora & Argot. La poesía de Roger Santiváñez (2015) y Ángel con casaca de cuero. Lecturas sobre Enrique Verástegui (2019). Es también compilador las antologías Asymmetries. Anthology of Peruvian Poetry (2014) y Aguas móviles. Antología de poesía peruana 1978-2006 (2016). Actualmente, dirige el blog y la editorial Sol Negro, y la revista de crítica literaria Poetika1.

UN VIAJE AL UNIVERSO DE PAUL

El primer libro que me marcó fue:

Obra poética de César Moro, la edición negrita del Instituto Nacional de Cultura (1980).

Mi top 3 de libros este año:

Dos poemarios: Un sonido amarillo de Rosa Granda y Noema de Marina Irkalla. Un libro de ensayos: Musuq illa: poética del harawi en Runasimi (2000-2020) de Alison Krogel.

El libro que no terminé nunca.

2666 de Roberto Bolaño, aunque solo me faltaron las últimas cien páginas. También El pez de oro de Gamaliel Churata, aunque lo he leído por partes con un orden aleatorio.

El que cambió mi forma de entender la literatura.

Varios, toda la poesía de Ezra Pound, toda la poesía de Saint-John Perse y El cuaderno del bosque de pinos de Francis Ponge.

● El libro que más me decepcionó  –y el que más me sorprendió–:

Me decepcionó En el hocico de la niebla de Pimentel. El que más me sorprendió fue el libro de rock garage Kenacort y Valium 10, también de Jorge Pimentel.

● Tres escritoras y un escritor:

Muriel Rukeyser, sobre todo por The Book of the Dead; Julia Ferrer por Imágenes porque sí y La olvidada lección de cosas olvidadas; Theresa Hak Kyung Cha por Dictee; y Enrique Verástegui por Monte de goce.

● El libro que me hubiera gustado escribir:

Arte de navegar de Juan Ojeda.

● Mi pasión culpable literaria:

Ver el programa Conversaciones con Octavio Paz solo para ver cómo corrige y no deja hablar a nadie.

● Mi mayor deuda literaria, ese que no leí y creo que debería:

El Quijote, nunca pasé de algunas cuantas páginas y es un deber.

● Lo que estoy leyendo:

Steles del francés Victor Segalen en traducción al inglés de Michael Taylor, Cathay de Ezra Pound en traducción al español de Juan Arabia y ¿En qué estabas pensando? Antología de Poesía Devocional de la India, Siglos V-XIX, una edición de Jesús Aguado.

● La joya de mi biblioteca es:

Un poemario: La imitación de nuestro señor Yo (1921) del poeta arequipeño Alberto Guillén. Y un libro de ensayos: Lima la horrible de Sebastián Salazar Bondy, la primera edición mexicana de 1964, conseguida por mi amigo y bibliófilo Manuel de J. Jiménez.

● Mi rutina para escribir consiste en:

Escribo poesía por acumulación de lecturas y vivencias, y luego condensación y fluir de ese lenguaje-deseo. Este libro que sale con Pesopluma tiene un método distinto, pues se vale del método investigativo o documental: una recolección de materiales de archivo, testimonios, estadísticas, noticias, imágenes intervenidas en un coro polifónico que va sampleando las voces y los textos/imágenes. Es como alguien ya lo dijo: el poeta como DJ antes que como voz autorial monolítica.

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