Inmaculada Lergo (Sevilla, 1957)
Escritora, crítica literaria, profesora universitaria y editora. Miembro correspondiente de la Academia Peruana de la Lengua, colabora en diversas cabeceras. Dirige las revistas Entorno Literario y Mediodía. Revista hispánica de rescate. Jurado en diversos premios literarios, entre ellos el Cervantes de Literatura de 2014. Ha publicado el poemario El cuerpo del veneno (2020) y poesías y textos de creación en antologías y revistas; el estudio crítico Antologías poéticas peruanas (1853-1967). Búsqueda y consolidación de una literatura nacional (2008); y ediciones de César Vallejo, Carlos Germán Belli, Magda Portal, la argentina Olga Orozco y otros. Actualmente, se dedica al rescate de la obra de la escritora peruana de vanguardia Rosa Arciniega.
Inmaculada colaboró con la edición y prólogo de Mosko-Strom. El torbellino de las grandes metrópolis (Pesopluma, 2021).
Un viaje al universo de Inmaculada
● El primer libro que me marcó fue:
Mi vocación literaria, de forma nada original, la marcaron algunos libros que leí de niña, especialmente Mujercitas, de Louisa May Alcott; Corazón, de Edmundo de Amicis; y un libro grandote de pasta dura e ilustraciones muy llamativas que narraba historias del Antiguo Testamento.
● Mi top 3 de libros este año 2023:
Más que calificarlas de top, simplemente anoto tres lecturas que me han gustado este año: Una historia ridícula, de Luis Landero; Mientras estamos muertos, de José Ovejero; y Todo va a mejorar, de Almudena Grandes.
● El libro que no terminé nunca.
Ulises, de James Joyce.
● El que cambió mi forma de entender la literatura.
En prosa, la lectura de los siete tomos de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. En poesía, César Vallejo.
● El libro que más me decepcionó –y el que más me sorprendió–:
No recuerdo en este momento ninguna decepción que me haya marcado. De joven me obligaba a leer hasta el final esas obras que se suponía que «había que leer», aunque no me estuvieran gustando; ahora, sin embargo, a las pocas páginas, si la lectura me decepciona o simplemente no me engancha, la dejo sin remordimiento alguno, aunque sea muy nombrada la obra, el autor o la autora. Respecto a lo segundo, me sorprendió mucho —y sigo pensando que es una de las grandes obras del siglo XX— la novela Terra nostra de Carlos Fuentes.
● Tres escritoras y un escritor:
La poeta Ángela Figuera Aymerich; Virginia Woolf, Rosa Arciniega y Azorín.
● El libro que me hubiera gustado escribir:
El Quijote, aunque suene un poco pretencioso…
● Mi placer literario culposo:
En mi primera adolescencia, la lectura de novelas románticas. Después de eso, creo que nada.
● Mi mayor deuda literaria, ese que no leí y creo que debería:
La Ilíada.
● Lo que estoy leyendo:
Suelo llevar varias lecturas a la vez, que tengo sobre la mesa o la mesita de noche. En estos momentos estoy con El espía del inca de Rafael Dumett; Austral, de Carlos Fonseca; Peregrinos de la belleza. Viajeros por Italia y Gracia, de María Belmonte; Mayúsculos & minúsculos, de Luis Fuentes y David Galliquio; y otros poemarios varios de todo tipo, mis preferidos de siempre, y libros o autores nuevos que van saliendo.
● La joya de mi biblioteca es:
Un ejemplar de La poesía contemporánea del Perú, antología preparada por Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren y Sebastián Salazar Bondy, e ilustrada por Fernando de Szyszlo, de 1946, con una hermosísima y moderna encuadernación de arte realizada por Argenta, uno de los mejores encuadernadores de arte del mundo. De hecho, este año acaba de recibir el primer premio Premio a las Mejores Encuadernaciones Artísticas de 2022. También la biblioteca prácticamente completa de la obra de Carlos Germán Belli. E, igualmente, le tengo mucho cariño a una primera edición de Historia de un deicidio, de Mario Vargas Llosa.
● Mi rutina para escribir consiste en:
Aunque durante muchos años me gustó trabajar durante las últimas horas de la noche y las primeras de la madrugada, actualmente prefiero las mañanas. Procuro sentarme a trabajar todos los días, salvo otros deberes inexcusables, entre las 9 de la mañana y las 3 de la tarde. Almuerzo sobre las 3 y media. Dejo para por las tardes todas las gestiones que puedo y las salidas, y en caso de no tenerlas ocupadas con otras cuestiones, vuelvo a sentarme entre las 6 y las 9. Me sucede que para el trabajo de crítica literaria puedo concentrarme y realizarlo a cualquier hora, pero para la escritura de creación, sin embargo, necesito la luz del día y el espacio de la mañana. El mejor momento para mí es cuando me siento a primera hora con mis papeles y una taza caliente de algún té; soy un poco adicta y me los procuro frescos y de diversos lugares del mundo en tiendas especializadas, me gustan especialmente los japoneses. Combino el trabajar en silencio o ponerme de fondo música jazz o clásica.