Keith Lee Morris
(Misisipi, 1963)

Trabaja como profesor asociado de Inglés y Escritura Creativa en la Universidad de Clemson, en Carolina del Sur. Es autor del libro de cuentos The Best Seats in the House (2004), y de las novelas The Greyhound God (2003), The Dart League King (2008) y Travelers Rest (2016). Sus historias han sido publicadas en medios como A Public Space, Southern Review, StoryQuarterly, New England Review y The Sun, entre otros.

LIBROS PUBLICADOS CON NOSOTROS

Llámalo como quieras (Pesopluma, 2019) reúne trece cuentos que nos presentan como protagonistas a perdedores entrañables que, en un intento por encontrar sentido a su circunstancia, recuerdan, fantasean, especulan o desean; es decir, narran un punto de quiebre en su existencia. Originalmente titulada Call it what you want (2010), se trata de la primera publicación en castellano de Keith Lee Morris, a cargo del traductor peruano Julio Durán.

UN VIAJE AL UNIVERSO DE KEITH LEE MORRIS

El primer libro que me marcó fue:

Probablemente, Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain. Puedo recordar claramente tener seis o siete años de edad y sentarme en la mesa de la cocina, antes de la escuela, para leer la escena en la que Tom engaña a varios chicos, fingiendo que es divertido pintar la cerca, y logra que le paguen por ese privilegio. Creo que fue el primer libro que me hizo apreciar el poder de la rebelión.

Mi top 3 de libros este año:

Sigo comenzando cosas y luego no las termino. Puedo mencionar uno que me impresionó mucho: A Lost Lady, de Willa Carter. Amo además un par de novelas de Carter: O Pioneers! y My Antonia. El libro fue una agradable sorpresa y un recordatorio de lo poderoso que puede resultar mantener una línea narrativa simple y fuerte con personajes memorables. Otro libro que me gustó mucho este año (y que ya leía por tercera o cuarta vez) es The Prime of Miss Jean Brodie, de Muriel Spark. Oh, y también disfruté mucho Fin de viaje, de Virginia Wolf.

El libro que no terminé nunca: 

Miles, millones de ellos, demasiados como para siquiera pensarlo. Creo que el más frustrante fue Pálido fuego, de Nabokov, un libro que quiero que me guste y que todo el mundo aprecia, pero que encuentro tan persistentemente aburrido y pretencioso que no puedo terminar. También tuve reservas con respecto a Jesus´s Son de Denis Johnson, pero ahora no puedo ni imaginar por qué… ¿qué demonios estaba pensando?

El que cambió mi forma de entender la literatura: 

Voy a nombrar dos: Cien años de soledad, de García Márquez; y Lost in the Funhouse, de John Bart. La primera, por la narrativa larga y sin complicaciones, y por su sentido de la realidad, que se siente a la vez mágico y natural, una mezcla de imaginación y experiencia sobre la que yo no había pensado hasta leerlo. Las historias de Bart, por su parte, reinventaron por completo la idea de narrativa para mí. Él me enseñó cómo desarmar el motor del carro sin que este deje de andar.

● El libro que más me decepcionó  –y el que más me sorprendió–:

Creo que la más decepcionante ha sido La subasta del lote 49, de Pynchon, que me había sido descrita en términos tan luminosos, como una pieza intelectualmente brillante y graciosa a la vez. El libro me pareció un poco tonto y me iré a la tumba diciendo que Don Delillo escribe como Thomas Pynchon mejor que el mismo Pynchon. Dos libros que fueron grandes sorpresas: The Joy of Man´s Desiring, de Jean Fiono; y La mujer de la arena, de Kobo Abe. Ambos son parte de mis favoritos de todos los tiempos.

● Tres escritoras y un escritor:
Iré con cuatro escritores que considero subestimados o demasiado criticados: Dona Tartt, Alice Walker, Edith Wharton y Knut Hamsun.

● El libro que me hubiera gustado escribir.

Soy de Misisipí, entonces… Mientras agonizo, de William Faulkner. Es el libro más perfecto que conozco, y está ambientado en mi patio trasero (o en el de mis abuelos). Cuando estaba en la escuela de postgrado de la Universidad de Carolina del Norte-Greensboro, tuvimos a una poeta visitante. Recuerdo que un grupo de estudiantes conversamos con ella y alguien le preguntó qué novelas le gustaban. Ella (¡ojalá pudiera recordar su nombre!) dijo que no leía novelas. «¿Por qué no?», le preguntamos. «Porque cada vez que cojo una novela, leo diez páginas y me doy cuenta de que no es Mientras agonizo». Entiendo perfectamente esa sensación.

● Mi pasión culpable literaria.

Ninguna. Solo lamento perder tanto tiempo viendo estadísticas de béisbol. ¿Eso cuenta?

● Mi mayor deuda literaria, ese que no leí y creo que debería:

Uhmmm, esta es una pregunta difícil. Nunca he ojeado siquiera el Corán —eso parece un descuido significativo—. También me estoy sintiendo culpable por abandonar las novelas de Elena Ferrante a la mitad del segundo libro… la verdad, no estaba tan interesado.

● Lo que estoy leyendo.

Yo tiendo a comenzar cosas, y luego otras cosas, y luego incluso más cosas, pero continúo volviendo a aquellas que comencé antes. En otras palabras, leo un montón de libros al mismo tiempo. Esta es mi lista actual: El gran incendio, de Shirley Hazzard; El amigo, de Sigrid Nunez; Los nueve guardianes, de Rosario Castellanos; 10 Billion Days and 100 Billion Nights, de Ryu Mitsuse; Onitsha, de J.M.G LeClezio; y The Lightness of Water and Other Stories, de Rhonda Browning White (una exalumna mía, por cierto).

● La joya de mi biblioteca es:

No soy un coleccionista, así que no tengo costosas primeras ediciones ni copias firmadas de escritores laureados. Mi biblioteca está sobre todo compuesta por libros de bolsillo. Si tuviera que elegir, diría que mis siete tomos, en traducción original de Scott Moncrief, de En busca del tiempo perdido de Proust, un libro que comencé a leer en un viaje de montañismo con mi papá a inicios de los noventas y que terminé recién uno o dos años después de su muerte, en el 2015. Espero leer los siete volúmenes de nuevo en los próximos veinte años.

● Mi rutina para escribir consiste en:

Escribir un montón de cosas febrilmente hasta que sean una historia o un libro. Abandonar la escritura. No escribir por semanas o meses o años. Escribir un montón de cosas febrilmente hasta que sean una historia o un libro. Repetir. Repetir. Repetir.

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